Hoy: Línea 63.
Enero en Buenos Aires. Mediodía de un jueves pesado, climatológicamente hablando. El interno de la línea 63 se dirige por una importante arteria del barrio La Paternal: Álvarez Jonte. Ya traspuso la Avenida San Martín (aquí Jonte se convierte en el límite entre Paternal y Villa General Mitre) ingresando en una zona comercial por excelencia, más allá de que la economía del país transmita números que, precisamente, no sean de lo más florecientes.
En una verdulería, un cartel a la calle refleja algunos precios: la ensalada de frutas se expende a sesenta pesos; dos kilos de naranja, a cincuenta. Cuando cruza Gavilán, Álvarez Jonte pasa a ser la frontera entre Villa General Mitre y Villa del Parque. En una estación de servicio, el litro de GNC cuesta 17,99 pesos.
La marcha del ómnibus es rápida y en el interior, varias personas deben viajar paradas, pero no apretadas. La unidad cuenta con su Mediabus, pantalla con contenido de interés general a la que, como sucede en otras líneas, los pasajeros no parecen dedicarle demasiada atención. El visor arroja, por momentos, datos del tiempo. La temperatura mínima para la jornada actual, estaba pronosticada en 23 grados. La máxima, en 30. Seguramente, el termómetro ya está muy cerca de esa marca, si es que no la alcanzó.
Más cambios en el mapa: al trasponer Condarco, Jonte queda como línea limítrofe entre Villa del Parque y Villa Santa Rita. Un par de cuadras más adelante el conductor gira a la izquierda, tomando Nazca, territorio que pertenece exclusivamente a Santa Rita.
Los comercios de barrio siguen ofreciendo su mercadería a través de carteles y pizarras. Sobre la avenida, una carnicería indica que el kilo de bola de loma se vende a 360 pesos. El de rost-bif, a 310. De pronto, asciende al vehículo un exponente del comercio ambulante y comienza a presentar su mercancía. Por ejemplo, hay gomitas frutales (a 10 pesos el paquete), caramelos ácidos (a 25 el paquete), y postre mantecol de 250 gramos (a 100 pesos). El amable vendedor no se baja con las manos vacías. Hay un pasajero, al menos, que adquiere uno de sus productos.
El 63 cruza la Avenida Gaona, ingresando en el barrio de Flores y pasando junto a la Plaza de los Periodistas (Nazca entre Neuquén y Páez), único espacio verde del trayecto efectuado a partir de Jonte y San Martín. A la altura del 500, de mano derecha, se observan tres locales con las persianas bajas, y un letrero que anuncia: Nazca 566. Próximamente galería comercial.
Después de la Avenida Avellaneda, el panorama se modifica, al punto de que además de los negocios convencionales, aflora una firme concentración de vendedores callejeros en las aceras. La oferta que tienen es amplísima: ropa, zapatillas, anteojos… Por unas cuatro cuadras, la competencia entre ambos grupos es muy fuerte. El colectivo pasa junto a la muchedumbre, franquea las vías del Ferrocarril Sarmiento y llega a la Avenida Rivadavia.