Hoy: Línea 34.
Tarde pesada y gris, encuadrada en un almanaque que consume los últimos días del año. En la Avenida Costanera, a metros del Aeroparque Jorge Newbery, un rodado de la Línea 34 recibe numerosos pasajeros que se acercan rápidamente desde una parada vecina. En el contingente hay unos cuantos niños, que, acompañados por algunos adultos, quizás regresen de pasar la jornada a orillas del Río de la Plata en época de vacaciones de verano. El colectivo, con escasos pasajeros a bordo, irá llenándose en el transcurso de unos pocos minutos.
En los asientos dobles, una mujer de unos 35 años conversa con una pareja sentada delante de ella. Estos forzosamente deben darse vuelta para mantener el diálogo, que de todos modos, fluye animadamente. El integrante masculino de la pareja cuenta que en su trabajo de barrendero, le ha tocado padecer un incidente con un muchacho que –posiblemente en estado de ebriedad, drogado, o ambas cosas- lo amenazó con un arma de fuego. El sujeto estaba acompañado por otros. Según el relato, el barrendero escapó del lugar. Rato más tarde, al retornar a la zona, comprobó que los miembros de la bandita habían sido rodeados por la Policía en una vivienda a la que ingresaron.
El vehículo toma Avenida Sarmiento. Todavía quedan huellas del temporal que azotó al AMBA en la madrugada del domingo 18 de diciembre. Los restos de los árboles caídos no dejan de llamar la atención. Además se ve un auto completamente destruido, estacionado cerca de Dorrego y Figueroa Alcorta.
En apenas unos minutos el 34 arriba a la intersección de las avenidas Dorrego y del Libertador. Ahora, lo que sorprende es una megaobra en construcción, en diagonal al Campo de Polo. Hasta hace algunos años era un viejo estacionamiento, que permaneció abandonado durante décadas. Hoy, respetando su particular estructura arquitectónica, estarían a punto de convertirlo en un centro comercial top.
Al encarar el largo trayecto por el Metrobús de la Avenida Juan B. Justo, en el interior del colectivo ya es mínimo el espacio libre que queda, hecho lógico, considerando el día laborable y el horario próximo a las 18 hs.
Poco antes de llegar al cruce con Córdoba, una mujer de unos treinta años intenta descender por el medio, pero el chofer cierra a destiempo y parte de la mano derecha de la chica queda atrapada entre las dos hojas de la puerta. El coche arranca. Lo más asombroso de este episodio, insólitamente, no es el procedimiento erróneo del conductor, sino la serena reacción de la pasajera, quien, no habiendo mostrando signos de desesperación, y como si estuviera haciendo cualquier comentario de rutina, solicita que vuelvan a abrir la puerta. “Me agarraste la mano”, explica, sin gritar, sólo levantando el tono lo suficiente como para que su voz se escuche en el sector delantero. El chofer acata de inmediato y el 34 continúa su recorrido con Liniers como destino final.