Hoy: Línea 108.
Mediodía del primer domingo de enero. La poca cantidad de gente que camina por la calle, guarda concordancia con la escasa frecuencia del 108. En la esquina palermitana de Cabrera y Arévalo, suben dos pasajeros, un hombre y una mujer. El colectivo que en su parabrisas tiene un cartel rectangular con la inscripción “Liniers”, no está lleno aunque casi no quedan asientos libres. Pese a la disponibilidad, hay algunos usuarios que prefieren viajar de pie. Es el caso de un hombre, parado cerca de la mitad del vehículo, va conectado a unos auriculares con cable. Otros dos pasajeros poseen dispositivos similares, mientras un chico de unos 12 años que lleva puesta una musculosa de básquet y va sentado en uno de los primeros asientos, también tiene auriculares, pero inalámbricos.
Entre tanta cartelería de la convencional (“cuidado escalón”, por ejemplo), se ven dos anuncios publicitarios en el interior de la unidad: uno hace referencia al postre Mantecol; el otro, a la bebida marca Rockstar en su envase de litro y medio. El conductor toma la Avenida Dorrego a la izquierda. Pronto arriba a la intersección con Córdoba, larga avenida que esta altura, le queda un breve trayecto para su finalización. En el exterior, la frase de un gran cartel emplazado en una de la esquinas puede leerse sin dificultad. Dice: “Disfrutá el hogar que siempre quisiste”. El letrero anuncia la construcción de lo que seguramente será un portentoso edificio, clara muestra de lo que sucede con el avance de los desarrollos inmobiliarios en vastos sectores de la Ciudad de Buenos Aires.
El calor no es intenso (la temperatura ronda los 25 grados) pero el aire acondicionado, aunque da la impresión de no ser necesario, está encendido. Una joven pareja charla animadamente, intercalando la conversación con algún mimo, mientras él se provee de aire extra apelando a un abanico, cuyo uso muy poco se justifica considerando la agradable temperatura ambiente. Justo enfrente, una mujer tiene puesto un barbijo. Es la única persona del colectivo con esas características
El chofer avanza rápidamente por Dorrego. Una avenida escasamente transitada favorece la prontitud con la que la unidad llega a la Avenida Corrientes. Buena parte del pasaje se baja en las inmediaciones del Parque Los Andes, donde hay una feria de grandes proporciones. En forma contraria, la cantidad de quienes suben componen una cifra menor. La feria abarca varias cuadras, por lo que más gente desciende en la próxima parada.
Sólo unos segundos más tarde, el vehículo hace su arribo a Chacarita. La parada del 108 se encuentra en Corrientes y Olleros. Un punto neurálgico de Buenos Aires como éste, cargado de tránsito e impregnado en abundantes dosis de nerviosismo durante otros días de la semana, hoy es apenas un sereno sitio apto para circular sin complicaciones. En la parada mencionada, asciende un hombre con una caña de pescar. Ante la posibilidad de sentarse en diversos sitios, elige hacerlo cerca de la puerta del fondo.
En Federico Lacroze, el recorrido de la extensa Corrientes culmina. Enfrente, se ve la estación cabecera del Ferrocarril Urquiza, denominada precisamente, Federico Lacroze. En la misma esquina donde se halla la famosa pizzería Imperio, el chofer del 108 gira a la derecha. Unos trescientos metros más adelante, cuando lo habilita la “flechita”, vuelve a doblar, esta vez a la izquierda y en Triunvirato, una arteria que hasta pocos años no llegaba tan lejos, pero que fue prolongada por alrededor de setecientos metros a fines de la década pasada.
En la esquina entre ambas avenidas, un gran cartel publicitario de Cindor, exhorta y seduce mediante estas ingeniosas palabras: “Agitemos para que las cosas pasen”.