Por Raquel Seltzer.
No interesan las inclemencias del tiempo para ser feliz, basta una sonrisa, un beso o las gracias. Hoy nos despedimos, te fuiste por la puerta y ya te extraño. Días de tertulia, de compartir vivencias y afecto, fuimos amigas y tu recuerdo permanecerá guardado en lo más profundo de mi persona.
Las vi, no importa qué paso después, un torbellino, un terremoto, las discusiones de siempre, pero el mismo amor nos unía a pesar de todo, el sentimiento, la pasión que es el fruto de nuestro temperamento. Hoy estamos en Pesaj y se conmemora la partida de mi pueblo de Egipto conducido por Moisés, el salvado de las aguas, al Monte Sinai, al desierto donde peregrinaron todos ellos en busca de la Tierra Prometida.
Dios mío, estoy en una encrucijada, si amo a todos y no me amo a mí misma, puedo morir de amor. Vino Ohad, mi sobrino, y yo lo esperaba con muchas ganas, él es el primogénito y continúa la estirpe de papa, todos vamos a mimarlo como a un osito de peluche, como a una muñeca, y a darle presentes en símbolo de paz.
Temo por ti, que eres parte de mí, eres como un capullo en flor, un milagro de Dios, y sé que me quieres bien, te amo con toda la fuerza de mi ser, mi corazón late como una melodía fugaz. No sé nada de lo que sucederá mañana, solo sé que doy y tengo cariño para muchos, es verdad también que mi hermana y yo nos vamos a curar. Me la devolvieron sana y salva después de un largo padecer, y yo espero encontrarnos nuevamente, queriéndonos en un juego sutil, sin enconos ni rencores, que reine la paz.
Estoy triste, gorrión, pero Dios me salvó, si hice daño fue sin intención, Dios perdona, yo tengo que decidir mi vida y es difícil para mí. Hoy solo pido amor, paz, sosiego para mi vida, quiero ver el lucero, recorrer tus calles, Barrancas.
Qué importa en este día de lluvia en que las gotas de rocío caen sobre mi cuerpo, que siendo igual que siempre, soy otra, soy mujer y vivo alegre o triste conmigo misma, y espero un día pleno de tolerancia, de fidelidad y aceptación.
Ana, acaso me envuelve la nostalgia de ver tus ojos claros, de sentir simplemente que eres una hermosa damisela que me ayudó hace más de diez años, consolándome. Te deseo paz, contigo nos encontramos tanto tiempo atrás, que solo rezo por vos y tu bienestar.