Curiosidades

HISTORIAS MÍNIMAS… Y PORTEÑAS

Written by c1912276

En la ciudad pasan cosas, aunque usted no las vea.

Padre Carlos Mugica y Avenida Ramos Mejía.

La fila es larga, pero la gente espera en un clima de tranquilidad. Se encuentran en la vereda, por ingresar a uno de los andenes del Ferrocarril Gral. San Martín. La formación tiene como destino final, Rosario, Provincia de Santa Fe. Hay familias, amigos… Son las primeras horas de la tarde y está fresco en Retiro, aunque a los rayos del sol la baja temperatura no molesta para nada.
Los pasajeros aguardan el inminente acceso a los vagones. De pronto, la calma se interrumpe abruptamente. Un hombre de físico corpulento, un “cuida” coches, se acerca a la fila con tono agresivo. Da la impresión de que no se dirige a ningún miembro de la misma en particular, pero se queda merodeando a pocos centímetros de un grupo donde hay mayoría de mujeres y niños, como queriendo provocar una pelea con aquel que tenga la osadía de mirarlo mal. Con solo reparar en su comportamiento por unos segundos, queda en evidencia que no está lúcido. Su estado denota que ha consumido alcohol, drogas, o posiblemente ambas cosas. Su tema de “conversación” gira en torno a la Selección Nacional. Difícil es determinar si habla sólo o trata de interactuar con alguien de la fila. Lo cierto es que los pasajeros del tren a Rosario, lo miran espantados, deseando que se aleje de la zona urgentemente. Una nena de unos 11 años está a punto de llorar. Su mamá procura protegerla sin llamar demasiado la atención. Cualquier movimiento en falso podría acarrear problemas más graves, como ser que el “trapito” se descontrole y pase a las amenazas o la agresión física. Por ahora, como indica la frase popular, la sangre no llegó al río.
El tenso panorama preocupa no sólo a mujeres y chicos. Dos hombres que están apenas más adelante en la fila, también anhelan superar el mal momento. “No lo mires”, aconseja uno de ellos. Es que hay chances de que un simple contacto visual, sea el detonante que haga estallar la bomba.
El contexto del lugar no ayuda. En el sitio, ubicado a unos veinte metros de la Avenida Ramos Mejía –la arteria principal, por la que camina el grueso de la gente para abordar los distintos medios de transporte-, hay basura, quizás algún auto abandonado… Lo que paradójicamente no se ve por ningún lado, son policías.
No más de un minuto después, los pasajeros respiran aliviados. El hombre cruza de vereda y se aparta de ellos por alrededor de 30 metros. Ahora, enfoca su atención en el predio de enfrente, perteneciente al Ferrocarril Belgrano Norte. A los gritos, trata de dialogar con una persona que está allí adentro, aunque bastante alejado de su posición. Una reja los separa. El “trapito” se quita la remera -a pesar del frío- y se apoya contra el enrejado, dándole la espalda a quienes continúan esperando para abordar la formación que va a Rosario. Él ya no está tan cerca como antes, de todos modos, pueden ver con claridad el inmenso tatuaje que ocupa la espalda del singular personaje urbano.

Foto: La calle Padre Mugica, a pocos metros de la Avenida Ramos Mejía (Google Street).

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