Curiosidades

HISTORIAS MÍNIMAS… Y PORTEÑAS

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En la ciudad pasan cosas, aunque usted no las vea.

Andrés Berro e Intendente Bunge.

Espléndido domingo en Buenos Aires… Con una agradable temperatura para pasear por la Ciudad, los Bosques de Palermo representan un imán que invita a salir de las cuatro paredes de casa. Por más que sus hijas no se sientan muy atraídas a hacerlo, Constanza y Adrián insisten. Cerca de una hora más tarde, los cuatro están dando la vuelta al Lago Regatas. Ya no quedan rastros del fastidio de las nenas. Ahora, la familia disfruta de la tarde en este lugar muy concurrido del norte porteño. Se ve gente corriendo por los caminos internos del Parque 3 de Febrero; unos cuantos andan en bicicleta. Otros, como ellos, prefieren efectuar su recorrida a pie. Los juegos de pelota también tienen sus adeptos. Hay un montón de chicos… En el agua están los botes, a los cuales se accede por un pintoresco puentecito.

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Por esa zona –la del acceso a los botes- anda despreocupadamente el matrimonio y sus hijas. De pronto, sienten un atípico estruedo a sus espaldas. El raro sonido hace que de modo automático se den vuelta y miren hacia atrás. En forma simultánea, se oyen gritos. En principio, no entienden nada. Pero unos segundos después, con gran estupor, ellos y muchas personas más ven que acaba de romperse un enorme árbol y que una parte cayó al piso. El griterío tiene una razón concreta: el miedo a que alguien haya quedado debajo de las gruesas ramas que se desplomaron sobre el sendero.

Muchos acuden corriendo, con la finalidad de ayudar en caso de necesidad. Son instantes de una horrible incertidumbre, pero al parecer nadie quedó atrapado bajo el follaje, algo que bien pudo haber pasado, considerando el importante número de visitantes que atravesaban el punto palermitano en cuestión. La tensión perdura por unos minutos, aunque al confirmarse que no hubo heridos, una sensación de alivio se adueña del particular momento.

No se vislumbra tormenta ni nada por el estilo. El viento está en calma. Probablemente, en esto se quedó pensando Constanza, quien junto a su esposo e hijas, pasó por el sitio apenas unos segundos antes de que se produzca el extraordinario incidente dominguero.

(*) Si bien los nombres de quienes protagonizan las historias han sido modificados deliberadamente, las anécdotas son verdaderas.

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