“Si, reina, yendo a la facu, todo tranquilo”. Ella, una morocha de pelo largo y veintitantos años, envía un audio por whatsapp. Él, de una edad similar, anteojos y pelo corto, no tiene teléfono a la vista. Están sentados en la hilera de asientos cuyas espaldas dan a las vías. Ni bien ella termina de enviar el mensaje, prosiguen con el intenso diálogo que ya sostenían desde antes de que la chica mandara su audio. El diálogo lleva el rótulo de “intenso” porque en el transcurso de unas pocas estaciones –desde Olleros a Facultad de Medicina, Línea D- los asuntos abordados son de los más variados. Se suceden uno al otro en cuestión de segundos, encadenados por la habilidad de los interlocutores, que saltan de un tema a otro fluidamente.

Son cerca de las siete de la tarde. Hay gente parada pero no tanto como para viajar apretujados. A la derecha del muchacho, un joven cabecea sin tapujos. El sueño lo ha vencido. Por momentos, alza la cabeza y, cerrados los ojos, su boca se abre. A la izquierda de la chica, una mujer inspecciona vaya a saber qué cosa en su celular. Y en el medio, ellos dos, ensimismados en la charla amigable, matizada con unas cuantas palabrotas que se entrometen de modo natural, sin que ninguno tome conciencia de ello. Detrás, un cartel amarillo y negro, rubricado por la Policía de la Ciudad y el Gobierno porteño, afirma que se siguen sumando cámaras de seguridad en el subte.

Tal vez la mitad del pasaje esté en la misma situación que la mujer nombrada recientemente: la mirada clavada en el teléfono. Por eso, en cierta medida, llama la atención que en tiempos de tanta dependencia tecnológica, el joven de anteojos que va junto a la morocha, nunca haya sacado el suyo del encierro.

Las estaciones se suceden y ellos siguen desplegando el abanico de temas. Es turno, ahora, de una anécdota que ella vivió en un local de una conocida cadena de farmacias. Al parecer, pagó por uno o más productos, más de lo que pensaba desembolsar: “Me c…”, sostiene, divertida. Tiene las uñas pintadas de rojo pero, curiosamente, en la uña del índice de la mano izquierda, no lleva esmalte de ningún color. Usa pantalón de jean con roturas en la rodilla, una remera gris y una mochila sobre sus piernas. Su compañero, pantalón, camisa y morral de cuero o cuerina marrón.

De la conversación se desprende que cursan la carrera de Derecho. Pero el eje se centra ahora en el whatsapp, el skape, los cajeros, las claves… “Todo es una contraseña”, desliza él, quejándose, con humor, de la cantidad de dispositivos que necesitan una clave para que el usuario pueda utilizarlos. “A mí me jaquean una y me quedé sin vida”, remata ella, sonriente, admitiendo que usa una misma contraseña para todo. “Uy, acá bajamos”, interrumpe, sobresaltada. Y el ameno intercambio sufre un corte abrupto. Claro, apenas serán milésimas de segundo. Ambos se incorporan y van rumbo a la puerta. Mientras lo hacen, el diálogo ya ha sido restituido. La morocha, avisa que posiblemente se vaya a Corrientes para las fiestas. Tiene ganas y su familia es de allá, cuenta, aunque no está segura de viajar. Las puertas se abren y ellos salen, al igual que numerosos pasajeros que dejan el vagón raquítico de historias.

El dato:

El subterráneo de Buenos Aires se inauguró el 1º de diciembre de 1913, con el servicio que iba desde las estaciones Plaza de Mayo-Plaza Miserere. Fue el primero en todo Sudamérica e incluso en el Hemisferio Sur del planeta. En el mundo, hasta el momento sólo había once ciudades con subterráneos. Si bien más adelante se hizo conocida como Línea A, en aquel entonces recibió la denominación de Línea Anglo Argentina, de acuerdo a la empresa que la construyó, que además tenía la explotación de un alto porcentaje de los tranvías porteños.

El transcurso de los años trajo el estreno del resto de los recorridos: Línea B (17/10/1930), Línea C (09/11/1934), Línea D (03/06/1937), Línea E (20/06/1944) y Línea H (18/10/2007).

El dato (II):

¿Por qué faltan las Líneas F y G en la red de subterráneos? Ambas estuvieron proyectadas pero su construcción fue postergada por tiempo indeterminado.

El plan preveía estos trayectos:

Línea F: Plaza Italia-Barracas.

Línea G: Retiro-Villa del Parque.

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