«En 2001 teníamos un restorán en Olleros y Fraga: Masamadre. Era plena crisis y no andaba bien… Con mi socio nos prometimos que si levantaba, abriríamos un nuevo restorán. Cinco años despues, ocurrió como pensábamos. Y en base a esa promesa, lo llamamos así…»
Viviana, la fundadora de La Prometida, resume el motivo del nombre de esta singular esquina de Colegiales. Ubicada en Delgado y Virrey Arredondo, es un sitio escogido por un numeroso público a la hora del almuerzo y la cena, o del desayuno y la merienda (además también cuenta con salón para eventos).
Más allá de lo estríctamente gastronómico, su estilo es algo que no pasa inadvertido. Todo lo contrario: en La Prometida, lo ecléctico -se nutre de diferentes estilos para armar algo único- es lo que salta a la vista a cada paso, en cada rincón. «Fuimos vanguardistas, pioneros -cuenta Viviana-. Impulsados por la crisis, debimos adaptarnos y decorar como podíamos. Pero ojo, todo es de calidad. Esto, es roble», dice, golpeando con firmeza uno de los muebles. «De esto fuimos haciendo un estilo. Ahora hay muchos locales que siguieron esta línea, pero acá en el barrio por lo menos, no había».
El emprendimiento también involucra a la familia: su hermana Cecilia -hoy, a cargo-, su papá y su mamá Ester, una experta cocinera que prepara deliciosos platos.
La decoración llama la atención: los objetos, la vajilla, las silllas, las mesas… Gran cantidad de cosas son diferentes entre sí en La Prometida: «Me ocupo personalmente de elegir todo. Tengo lugares específicos, de dónde me llaman si reciben algo como para nosotros. Voy a remates, ferias. ¿Cuáles? No, ese secreto prefiero no develarlo» (risas). Viviana se disculpa, sin dejar de lado el buen humor. Acaso porque sabe, que la competencia hoy en día, no es la de hace diez años. «Cuando llegamos, en Colegiales había muy poco en gastronomía. Esto era una casa. Incluso Elcano, que ahora está lleno de locales, estaba casi vacío».
Los bondades de un barrio en constante crecimiento son atractivas. Sin embargo, para todo comerciante, suele convertirse en un arma de doble filo. «Yo viví mucho tiempo, acá enfrente, sobre Arredondo y es lindo ver progresar a Colegiales. Pero también se hace difícil en ciertos aspectos. Por ejemplo, se especula mucho con los alquileres. Las inmobiliarias aumentan como si esto fuera Palermo. Y no lo es. Allá la gente va a pasear y se queda a comer. A Colegiales no: si viene es porque es vecino, trabaja en la zona, o bien es de otro barrio, viene a comer y sigue hacia otro rumbo. No es que se quedan en Colegiales a pasar la tarde como sucede en Palermo».
Bastó que La Prometida abriera sus puertas, para que instantáneamente el público se sintiera atraído. «Esto estaba fuera del circuito pero pegó enseguida. En los primeros años hacían cola. Pienso que había necesidad de algo así. Ahora seguimos conservando nuestros clientes, si bien la gran oferta gastronómica que surgió, generó un panorama diferente».
Entre la clientela, los artistas son moneda corriente: «Les gusta venir porque no somos cholulos. Se sienten como en su casa. Nadie llama a los fotógrafos si ve que un músico o un actor entró a comer».
No sólo el menú los atrae: ellos -y todos-, son capaces de concurrir exclusivamente a comprar el pan; además de restorán, La Prometida es una panadería muy selecta que ofrece productos de diversos tipos y sabores.
En lo que respecta al menú y a los precios, hay variedad para elegir, aunque lo más promocionado -por su costo accesible- es el «Mediodía de los Trabajadores», que no supera los 83 pesos incluyendo bebida (si es para comer en el lugar) o 58 (para llevar). Cada día hay un menú diferente que se puede chequear incluso por Internet (el facebook es: laprometidarestoran).
El intento por privilegiar lo saludable es otro de los sellos característicos: «No nos manejamos con microondas ni con frituras», cuenta Viviana. «Que la comida sea sana y rica en proteínas, desde el principio fue un lema para nosotros, y eso la gente lo valora».
Dirección: Delgado 1189.
Teléfono: 4554-0786