“Estamos acá desde junio de 2009. Antes, esto era una casa que pertenecía a Johana, una señora inglesa que vivía sola y falleció. Nosotros éramos vecinos y junto con mi madre y mis dos hermanos, Marina y Martín, decidimos alquilar la vivienda y poner este restorán. Respetando su arquitectura y con una decoración austera, sólo la refaccionamos un poco y se la recicló como para armar un emprendimiento de este tipo”.
“Mi mamá se ocupa mucho de lo que tiene que ver con lo verde. Le da gran preponderancia a las plantas. Yo me encargo de la cocina, que es mi pasión. Esto arrancó como un proyecto chico y hoy ha crecido bastante. La gente se ha encariñado con Loreto. Es como un club: los clientes son muy fieles y cuando se empezaron a ver seguido al venir a comer, es como que también fueron armando una relación entre ellos”.
“Nuestra vedette es el sandwich Roger. Sale con pechuga de pollo grillada, queso gree, parmesano, filadelphia, guacamole, rúcula, y tomate cherry. Todo en pan de focaccia. También hay fanáticos de otros platos. Por ejemplo, el salmón grillado. Después tenemos de todo un poco: hamburguesas, tartas, sandwiches… El café italiano es otra de las especialidades”.
“Toda los alimentos son frescos. Yo mismo hago las compras (N. de la R: pudimos comprobarlo personalmente, ya que minutos antes de entrevistarlo, Andrés llegó cargado de bolsas del supermercado). ¿La comida que sobra? Acá somos unos cuantos, así que si llega a quedar algo, igual se consume. No tiramos nada, aunque en general, tampoco suele sobrar”.
“Se trabaja mucho con la gente del Sanatorio Fleni (Crámer y Céspedes) y gracias a la proliferación de las productoras de TV y Cine en el barrio. Acá, justo en la esquina (Conesa y Loreto) existe una. Por supuesto, también vienen artistas. Preferirían no mencionarlos, ya que ellos cuando se sientan acá buscan privacidad, tranquilidad… Y nuestro objetivo es que todos se sientan cómodos”.
