La foto es ilustrativa, pues lo que se narrará a continuación no ocurrió en ninguno de estos departamentos de un acomodado barrio porteño. Pero en lo que sí hay coincidencia, es que también una zona de importante poder adquisitivo –Recoleta, más precisamente- fue el escenario de una estafa económica que se consumó unos días atrás. ¿La víctima? Una chica del interior que con dos personas de su círculo íntimo, llegó a Buenos Aires a pasar las vacaciones de invierno. Primeriza en el suelo porteño y totalmente inexperta a la hora de afrontar los distintos peligros de una gran ciudad, cayó en la trampa de un anónimo maleante que le alquiló una estadía en un lugar que no existía. Mejor dicho, sí existía, pero no se encontraba en alquiler.
Peligro en la red social
Todo comenzó cuando en la plataforma Marketplace de Facebook, la joven vio fotos de una atractiva vivienda ubicada sobre la Avenida Callao. El grupito de amigos acababa de tener una mala experiencia en un lugar cercano: habían hecho una reserva antes de viajar a la Capital Federal, y al arribar al sitio en el que tenían pensado pasar sus vacaciones, los invadió una desagradable sorpresa. Claramente, no era lo que esperaban. Habitación en malas condiciones, suciedad y desorden por doquier, los hizo desistir de quedarse allí. Lo positivo, era que la reserva no incluía dinero. Y se marcharon… Sin embargo, no pasó lo mismo en el siguiente intento. Como se dijo líneas arriba, un delincuente consiguió que pisaran el palito y le sacó a la damnificada la suma de cien mil pesos prácticamente sin esforzarse. Con total inocencia, la chica vio las fotos en la red social y sin ahondar en consultas, abonó mediante una transferencia la cifra solicitada por el supuesto dueño del departamento de Recoleta. Las sospechas de una de las integrantes del terceto se cumplieron una vez que arribaron al edificio en el que irían a pernoctar. Era demasiado lujoso para el precio que pedían, pensó la chica, aunque su amiga estaba convencida de que estaba tomando la mejor decisión. ¿Qué sucedió? Llamaron por el portero eléctrico. Una señora salió a ver quién había tocado timbre en su departamento. Apenas abrió la puerta y entablaron la charla, quedó al descubierto la maniobra fraudulenta: habían sido víctimas de una estafa. La mujer los atendió de manera cordial, pero desde luego, tuvo que comunicarles que no podrían quedarse en su casa, sencillamente, porque ésta no se encontraba en alquiler.
La tercera es la vencida
La desilusión ahora era por partida doble. Fueron dos desagradables experiencias en un lapso muy breve, si bien la segunda, por acarrear un alto costo económico, fue la que más impacto negativo causó en el grupito de viajantes. ¿Cómo terminó todo? En el tercer intento, sí lograron alquilar un cuarto de hotel –en la zona de Congreso- y permanecieron en Buenos Aires por unos días, hasta que con el final de las vacaciones, regresaron a su provincia. Todo esto se lo comentó a un periodista de este medio, una de las chicas que integraban el pequeño grupo. Por supuesto, a fines de proteger sus identidades, no se han dado mayores datos que los que figuran en esta nota.