El concepto que indica que uno de los límites entre la Capital Federal y la Provincia de Buenos Aires es el Riachuelo, está más que claro. ¿A quién se le ocurriría desacreditar semejante verdad? Sin embargo, no estará equivocada aquella persona que afirmara que existe entre ambas jurisdicciones un límite en el cual el Riachuelo no tiene injerencia limítrofe. Ese lugar, es lo que se conoce como la península de Valentín Alsina. Este dato está tan oculto que es posible que no lo sepan ni siquiera, muchos de los que habitan las inmediaciones de este rincón porteño (sí, porteño). Para corroborarlo, bastará con verificar el mapa oficial del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires, disponible en su portal online.
Allí queda demostrado que el límite está trazado en una línea imaginaria que pasa por fuera del recorrido efectuado por el Riachuelo, dejando adentro del barrio de Barracas a esta mínima superficie rodeada casi completamente por sus contaminadas aguas.
Esta información está regida por lo estríctamente geográfico. En la práctica, la realidad es otra, o sea, la que todos conocemos: este sector, administrativamente, forma parte del Gran Buenos Aires. Se encuentra en la localidad de Piñeiro y en el partido de Avellaneda, muy cerca de Lanús. No en vano, a nadie se le ocurriría que el Club Atlético Victoriano Arenas fuera una institución capitalina. La referencia hacia Arenas, se fundamenta en que a falta de viviendas, la única construcción incluida dentro de la península de marras es el campo deportivo de esta institución que a lo largo de su historia en la AFA, ha militado en sus dos categorías más chicas: la Primera C y la Primera D.
La explicación de este insólito caso, hay que buscarla en un hecho clave: la rectificación del Riachuelo. Este proyecto gubernamental firmado hace décadas tenía por objetivo eliminar las generosas curvas del cauce y así, lograr que disminuyera el impacto de constantes desbordes alimentados por las lluvias. Este plan se concretó en parte. Entre el Puente Alsina y el Río de la Plata, no obstante, a pesar de haberse trazado la imaginaria línea recta, los trabajos jamás se hicieron. En función de dicha traza, es que la península quedó del lado capitalino.
Sería difícil completar la nota sin hacer una composición de este lugar fuertemente marcado por el abandono y el hacinamiento. En el sector Piñeiro, se impone la presencia de una superficie abierta, rodeada de grandes edificaciones que hace añares albergaron instalaciones industriales. La vieja fábrica de heladeras SIAM, desaparecida el siglo pasado, se halla en proximidades de la península, aportando su enigmática figura para curiosidad de aquellos que no están habituados a este espacio que parece detenido en el tiempo.
Del lado opuesto, en Barracas, hacia la orilla del Riachuelo, avanzó la villa Zabaleta, enmarcada en un desmesurado crecimiento, que, lamentablemente, no se encuentra detenido en el tiempo ni mucho menos. Entre ambas realidades, tan tristes como diferentes entre sí, corren las aguas de un río que alguna vez estuvo limpio, y languidece un vetusto puente de ferrocarril, por el que de vez en cuando cruzan formaciones cargueras.