Rubén Castagneris tiene una actividad muy especial: darle a los chicos material para pintar en la plaza Garicoits. «No lo tomo tanto como un trabajo. También es venir a disfrutar con las familias de la plaza», asegura.
Los fines de semana y días feriados, la plaza Garicoits se llena del bullicio de los chicos que la invaden especialmente, en el sector del arenero. Ese también es el sitio escogido por Rubén y su familia, para ofrecer una cuota extra de diversión para los niños que se sienten atraídos por la pintura y el dibujo. Desde hace tres años, este hombre de 54 años, pone a disposición de ellos, dibujos infantiles para colorear con témperas, con la particularidad que los usuarios pueden sentarse cómodamente a trabajar en atriles fabricados por el mismo Rubén. «Ofrecemos arte y plástica en un ámbito natural, para sacarlos del encierro, de la PC, y de tantas cosas que mal usadas, son nocivas para cualquiera», cuenta.

-¿Cómo se te ocurrió?
-Siempre tuve esto en la mente, pero me faltaba tiempo. Un día agarré tres atriles que hice con maderas que había en el fondo de mi casa y los llevé a la plaza 25 de Agosto de Villa Ortúzar. Me decían que estaba loco. Hoy, ya tengo 13 atriles y además le vendo a los colegios, estoy inscripto en monotributo, todo como corresponde…
-¿Por qué cambiaste de plaza?
-Aquella la cerraron para remodelarla. Me mudé y ya me quedé acá, donde tenemos muy buena onda con la gente. Los chicos llegan y te dan un beso… Son satisfacciones que van más allá de la venta en sí. Esto sigue siendo un negocio, porque tenés que subsistir. Pero lo que te brindan los niños, pinten o no, es invalorable. Hay algunos que hasta vienen a tomar mate con nosotros. También están los que se mudaron de barrio, pero vuelven acá exclusivamente para poder pintar.
-¿Esto lo manejás a nivel familiar?
-Sí, porque el trato con los chicos es fundamental. No cualquiera tiene el feeling como para trabajar con ellos. Entonces, vengo con Claudia, mi señora, y mis hijos Dana y Jorge. Incluso con mi sobrino Emanuel y una amiga, Desirée. Nos vamos turnando, aunque hay ocasiones, como en La Noche de las Librerías, en la avenida Corrientes, en que estuvimos todos juntos. Ahí, como era gratis, antes de que arrancara ya teníamos una cola de 50 nenes esperando.

-¿Cuánto cuesta sentarse a pintar?
-Cobramos 20 pesos el dibujo, con la cantidad de témpera y el tiempo que necesiten. Aparte hay stickers y llaveros por 5 pesos. Precios muy accesibles. Los atriles, que son dobles, cuestan entre 250 y 350 pesos, según el tamaño.
-¿A qué te dedicás en el resto de la semana?
-Soy chofer, pero estoy con una guarda de puesto por un año ya que me hicieron un triple by pass. Todavía no tengo el alta médica y ya se me terminó la licencia, así que tampoco estoy cobrando.
-¿Este es entonces tu único ingreso?
-Por ahora sí, sumado a la jubilación como docente de mi señora. Encima a veces se complica, como hace un par de meses, que llovía todos los fines de semana. Pero hay que remarla. Siempre para adelante. No queda otra.
-¿De qué barrio sos?
-De San Martín. Se me ocurrió venir a la zona porque pasaba por estas plazas en mi época de chofer. Siempre me gustaron. Y en Capital puedo estar de manera legal. El Gobierno de la Ciudad, al ser arte, si bien los trámites son engorrosos, te da permiso sin tener pagar nada. Quizás podría trabajar en mi barrio, pero en Provincia tenés que vivir pendiente de que los inspectores o la policía no te saquen las cosas y demás problemas. Yo prefiero estar tranquilo.
-¿Cuáles son tus expectativas a nivel laboral?
-Quisiera que me den el alta para volver a trabajar como chofer. Si no es así, ver si consigo otro trabajo o de última jubilarme. Pero igual, seguir con la pintura.
Días y horarios: sábados, domingos y feriados de 10 a 19 hs. en Plaza San Miguel de Garicoits (entre Alvarez Thomas, Virrey Loreto, Delgado y Virrey Arredondo).
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