Hoy: Villa Carlos Paz.
El contexto de la visita:
Sábado 4 de febrero de 1984 por la noche. Terminal de ómnibus de Retiro. Con mis 11 años, allí estaba, junto a mi papá Alfredo y su madre -mi abuela Gertrudis –, dispuesto a partir hacia Villa Carlos Paz. Las vacaciones estaban programadas desde hacía tiempo… Sin embargo, unas horas antes, un paro de choferes de larga distancia complicó las cosas. La terminal contaba con una enorme confitería, bien al fondo de su tradicional pasillo. Mientras consumíamos un refrigerio, aguardábamos novedades con impaciencia, seguramente, al igual que miles de pasajeros que deambulaban por la terminal, presas de malhumor, cansancio, incertidumbre y demás sensaciones nada apetecibles. En simultáneo había fútbol en Mar del Plata y si la memoria no me falla, una transmisión radial sonaba en aquella confitería: jugaban San Lorenzo-Independiente. El Ciclón, ganaría 4 a 3.
Hartos de esperar en vano una repentina resolución del conflicto –que se extendería por casi dos semanas-, mi papá y mi abuela pusieron en marcha un Plan B: avión rumbo a Córdoba capital y luego, taxi hacia Carlos Paz. El cambio de planes insumía un costo económico no calculado, pero la decisión estaba tomada. Mi abuela se quedó en Retiro, por las dudas, mientras con mi papá subimos a un taxi rumbo a Aeroparque. Recuerdo como si fuera hoy, la impresionante velocidad que el conductor -de unos treinta años- le puso al auto. También, que durante el trayecto, insultó fuertemente a un automovilista que, quizás al detenerse en un semáforo y sorprendido por lo rápido que iba, osó dirigirle una mirada. “¿Qué mirás, qué sos, policía?”, le gritó, siendo ésta la frase previa a la citada agresión verbal. En ese momento me dejó atónito el nivel de violencia y no comprendí el motivo de tal referencia. Tiempo más adelante, me cayó la ficha: hacía pocas semanas que en la Argentina había vuelto la democracia, y el uniforme policial estaba muy asociado al gobierno que acababa de irse tras más de siete años de dictadura.
Un recuadro en la tapa del diario Clarín, cuando el conflicto llevaba varios días sin resolverse. (tapas.clarin.com)
En resumen, en Aeroparque conseguimos los pasajes, nos fuimos a dormir a casa y unas horas después, cerca del mediodía, estábamos partiendo hacia la provincia mediterránea. Fue mi primera experiencia en un avión. Cautivado por el viaje, me senté del lado de la ventanilla, y gracias a mi sencilla cámara Kodak Instamatic, saqué fotos del placentero vuelo. La máquina a rollo, sacaba fotos cuadradas (pero con las esquinas redondeadas). Al revelarlas, en varias imágenes, se veía el ala del avión, entre las nubes.
Ya en nuestro destino, en el transcurso de la semana disfruté de los típicos paseos de Carlos Paz: Lago y Dique San Roque, Reloj Cucú, Aerosilla, Cerro de la Cruz… Todo formaba parte de un paquete turístico que visitábamos integrando un contingente. Entre nuestros compañeros de excursión, recuerdo especialmente a un hombre de unos 70 años, muy amable y conversador. No entiendo por qué, pero a raíz de una tarjeta personal que le dio a mi papá, su nombre y apellido me quedaron grabados hasta el día de hoy, aunque en esta nota, prefiero mencionar únicamente el apellido: Shermuk.
Allá vamos:
La ciudad está ubicada en el Departamento de Punilla, al noroeste de la provincia de Córdoba. Separada por unos treinta kilómetros de la capital cordobesa, de acuerdo al censo de 2010, contaba con aproximadamente 96.000 habitantes (unos 36.000 en el área metropolitana). Fue fundada el 16 de julio de 1913 por Carlos Nicastro Paz. Algunos años antes, en 1891, había sido erigido el Dique San Roque, con la finalidad de abastecer a la provincia de agua potable y de riego. En la época en que fue construido, este dique fue el más grande del mundo. Centro turístico por excelencia, en cuanto a cantidad de pobladores, está posicionada en la cuarto posición, luego de Córdoba, Río Cuarto y Villa María.
Foto: welcomeargentina.com.
