Vivió en Colegiales hace más de 70 años. Pero su fama fue tanta, que ese acontecimiento quedó sellado en la memoria de los vecinos que fueron testigos, y las generaciones posteriores también supieron de él. Se llamaba Frank Brown y había nacido en Inglaterra en 1858. ¿Su profesión? Payaso (aunque era mucho más que eso). En efecto, a partir de su incursión en el circo, amasó una fama mundial. Frank heredó los genes circenses de padres y abuelos y como miembro de ese clan, participó de numerosas giras, aún fuera de Europa. En 1879, llegó por primera vez a Buenos Aires para actuar en el desaparecido teatro Politeama, de Corrientes y Paraná. Tenía 21 años…
BIENVENIDO AL PAÍS
En 18884, se radicó definitivamente en la Argentina. Entonces, comenzó una prolífica actividad, compuesta por centenares de espectáculos integrando afamadas compañías, como la de Carlo y la de los hermanos Podestá. Las personalidades más renombradas a nivel nacional conocían sus habilidades. Más allá de hacer reír a niños y adultos, Frank provocaba admiración por sus impresionantes acrobacias.

ADMIRADO POR TODOS
Tal es así que hasta Domingo Faustino Sarmiento opinó en su diario El Censor: “El talento de Frank Brown es de maravillosa extensión: es un clown enciclopédico, es saltarín, juglar, equilibrista, bailarín de cuerda. Es un Hércules con pies de mujer y manos de niño”.
Joaquín V. González escribió: “No dejaré de afirmar que el payaso artista cual Frank Brown es para los niños, viejos y adultos de los dos sexos y de todas las razas, una de las cosas más amables inventadas por el ingenio del hombre”.
En 1891, falleció Ketty, su primera esposa, quien cayó del caballo en medio de un acto. Poco antes, también había muerto su hijo. Esto hizo que la depresión lo acechara severamente. No obstante, siguió abocado a su gran pasión por el circo, emprendiendo una gira tras otra.
BIENVENIDOS AL BARRIO
En una viaje a Londres, conoció a la argentina con la cual tendría otra oportunidad: Rosalía Robba. Más conocida por su seudónimo (Rosita de la Plata) también trabajaba en el circo, desempeñándose como ecuyére, es decir, el nombre que se le da a quienes realizan destrezas sobre un caballo. Frank y Rosalía se enamoraron y unieron sus vidas, tanto laboral como sentimentalmente. Emprendieron numerosas griras a través del país y el mundo, hasta que en Marcelo T. de Alvear y Libertad, Frank logró abrir su propia sala: el Coliseo Frank Brown. Su éxito, fue total. El sitio diarioeltiempo.com.ar, lo describió de esta manera: “Multifacético, Frank era, además de clown y acróbata, malabarista y prestidigitador, por lo que nada le impedía mostrar otros aspectos de su talento como sus respetuosas y eruditas parodias de los más famosos monólogos shakesperianos”.

Cuando en 1924 el matrimonio se retiró del mundo artístico, se fue a vivir a Enrique Martínez 825, en nuestro querido Colegiales. “Frank se convirtió en un vecino más; simple, humilde, prácticamente un desconocido salvo para aquellos que añoraban sus años de infancia y lo recordaban repartiendo caramelos y chocolates de sus bolsillos colmados”, destacó el Diario El Tiempo.
En esta casa vivieron juntos hasta la muerte de Rosalía, en 1940. El 9 de abril de 1943, murió él, a la edad de 84 años. Fue sepultado en el Cementerio Británico de la Chacarita. Más adelante, un edificio de tres plantas reemplazó a la modesta vivienda de los Brown.
