-Horacio, nos gustaría hacerle una nota…
-Sí, será un placer, vengan cuando quieran…

Horacio Embón no sólo accedió de inmediato a nuestro requerimiento. Además, nos abrió las puertas de su casa generosamente. Lo encontramos paseando a su perro por la calle Céspedes y allí se produjo el primer encuentro. Luego, concertamos una cita y una tardecita tocamos el timbre de su hogar. El mismo salió a darnos la bienvenida. Por razones de seguridad, este periodista de 63 años prefirió no sacarse fotos en la puerta, ni que se publicara donde queda su lugar de residencia. Pero más allá de ese dato anecdótico, nos recibió con suma amabilidad, presentándonos a todos los integrantes del clan familiar -incluso a la señora encargada de las tareas domésticas- presentes en ese momento: su mujer y Pablo, su hijo de 15 años (el otro niño, de 9 años, no se hallaba en la casa).
Una de sus primeras frases, aún antes de comenzar con el reportaje formal, tuvo que ver con lo contento que esta de vivir en el barrio: “Me mudé acá hace seis años, yo vivía en Belgrano. Y el cambio es sustancial…” adelantó. Después, ahondaría en más detalles, fundamentando los motivos por los cuales está feliz de vivir en Colegiales.

HOMBRE DE RADIO Y TELEVISIÓN
Actualmente, Embón conduce la primera mañana de Radio Nacional Folclórica, en el programa que va de 7 a 9 hs. Además, para la emisora marplatense Brisas conduce “Embón Registrado”, los domingos de 9 a 11 hs. Lógicamente, sale al aire en forma telefónica desde su casa.  También los domingos, pero por la noche (de 22 a 23 hs) está a cargo del ciclo Historias Nuestras, de AM 530, La Voz de las Madres.
Más allá de sus trabajos actuales, Embón posée un impresionante currículum que comenzó a forjar hace más de 40 años, ya que cuando tenía sólo 18, dio sus primeros pasos en la radiofonía en Atlántica de Mar del Plata. Habiendo nacido en Parque Chas, a la famosa ciudad balnearia se mudó con sus padres siendo muy pequeño. Aun una vez concluida aquella primera experiencia en el periodismo, abrazó hasta el día de hoy una profesión de la que está orgulloso. “Nunca paré de trabajar”, le comentó a La Voz de Colegiales, enumerando una inmensa lista de tareas relacionadas al quehacer radial y televisivo. Algunos de esos trabajos, por ejemplo, pasan por haber sido movilero de Magdalena Ruiz Guiñazú en Continental (en 1981, cuando regresó para radicarse en Buenos Aires), redactor del noticiero de Canal 11 -hoy Telefé- o conductor de los noticieros del Canal América.
Si bien a partir de este momento su figura adquirió mayor popularidad, el final de su vínculo con el mencionado medio, es uno de los recuerdos más tristes para Horacio, que fue sacado del aire en la década del 90 por no estar de acuerdo con lo que pasaba en el país y no tener empacho en hacer público ese desacuerdo. “Siempre estuve muy comprometido con  los derechos humanos”, enfatiza, mientras deja entrever que para él fue muy duro el impacto que implicó aquella polémica decisión del multimedio que comandaba Eduardo Eurnekian en aquellos tiempos. “Pude haber negociado miles de cosas, sobre todo guita, pero elegí ser honesto conmigo mismo y no estoy arrepentido”, explica.
A pesar de su salida de América, Embón nunca bajó los brazos. La radio siguió siendo una fiel aliada y la señal de cable Infinito lo empleó como corresponsal. Gracias a ello, recorrió buena parte del globo terráqueo realizando notas de interés general. “Anduve por las ruinas de Mach Pichu, México, el Tibet, Estados Unidos… Hice unos 700 programas”.
La TV finalmente volvió a convocarlo, siendo el 9 su próximo destino. Allí, conoció a su actual esposa y madre de sus dos hijos menores (además, tiene otro hija, de 38 años), quien trabajaba como productora en el Canal que, casualmente, también está en nuestro barrio.

CAUTIVADO POR EL BARRIO
El entrevistado nos convida con algo fresco para beber. La conversación, distendida, continúa su camino natural. Una vez que dejamos de lado cuestiones relacionados a su tarea profesional, llega la hora de hablar del tema principal que nos trajo hacia él: Colegiales. Entonces, a Embón se le ilumina el rostro. Con un entusiasmo que exterioriza sin reparos, se larga a opinar del barrio: “Este lugar es hermoso, me encanta. Yo salgo a caminar todos los días con el perro. La finalidad es la de sacarlo un poco a pasear, aunque en realidad es como que eso se transforma en una excusa, porque lo que a mí me agrada es disfrutar de las calles de Colegiales, al margen de la típica vuelta manzana”. Cuando se le pide que especifique qué es lo que más le gusta, no es capaz de puntualizar algo en particular, sino que mediante un gesto abarcador, da a entender que todo le resulta bello. Como para acompañar el gesto con alguna definición más concreta, desliza: “El trato con el vecino, que es muy solidario. El saber que no estoy sólo. El perfume… ¡eso, el perfume! Y los pájaros, claro que sí. Los pájaros…”
Aquí es necesario hacer un punto aparte. Según su confesión, se siente deslumbrado por el canto de las aves de Colegiales. Horacio tiene una teoría con respecto a ellas: “Para mí, hay muchas especies nuevas acá en el barrio. Cada día me da la impresión de escuchar cantos distintos. Estoy convencido de que eso se produce porque vienen del campo, de lugares donde la desforestación que se hizo para plantar soja, las obligó a emigrar. Acá en la Capital ya no están los tradicionales gorriones, pero sí vinieron otras especias, y yo desde mi casa las escucho cada mañana”.
Habitante de una bonita casa de tres plantas, Embón, como se mencionó al principio de la nota, se muestra feliz con su condición de colegialense.
Se va rápido el tiempo en el ida y vuelta con Horacio. Casi sin darnos cuenta, pasó casi una hora desde que nos hizo pasar a la amplia habitación donde está su escritorio y en la que guarda libros, discos, y desde la cual sale al aire para su audición de Mar del Plata. Tan cordialmente como cuando nos recibió, se despide, acompañándonos hasta la puerta. Le agradecemos. Por allí también anda su perro, que probablemente aguarda con impaciencia el momento en que su amo, lo lleve a dar otra vuelta por el barrio.

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