El Huracán del ’73, paso a paso.
Para ver la nota anterior click aquí: http://bairesquerido.com.ar/grandes-equipos-portenos-39/
EL CAMPEONATO SEGÚN MENOTTI
Una recopilación de las reflexiones del director técnico.
EL METROPOLITANO 1973
En el comienzo:
Tenemos que andar muy bien. Se ganó experiencia y confianza. Roganti progresa una barbaridad. Houseman es un fenómeno natural que aprendió sin maestros. Nunca pensé que se adaptaría tan pronto a esta categoría. Brindisi atraviesa su mejor etapa en lo físico. El Coco Basile es un fenómeno. Babington tiene una manija en la zurdita. Y atención con Del Valle cuando agarre ritmo: con ése y Roque, Huracán puede tener dos delanteros de lujo.
El jugador argentino como prioridad tiene dos cosas fundamentales para explotar: el toque y el manejo. Yo trato de explotar todo eso pero no hay que confundir con lirismo estúpido. Eso no significa dormirse tocando y no tener sorpresa. Por ejemplo: yo no quiero que el 4 le tire pelotazos al 9 si no sabe pegarle bien. Por eso le pido que se la toque a Miguel, que sí la pone bien de 30 metros. Pero si Brindisi está tapado que vuelva a tocar para el 4. El fútbol es precisión con velocidad. Pero velocidad sin precisión no sirve. Nosotros tenemos vocación ofensiva y a mí me interesa el espectáculo. Si Huracán gana 1-0 y juega mal yo salgo amargado porque no le veo futuro. Se depende del resultado, sí, pero no del halago momentáneo. Estudiantes llegó a campeón del mundo. Se pasaba 50 días concentrado, hizo mil sacrificios y es admirable. Lo respeto como obra y resultado, pero en tren de futuro no me sirve. Yo quiero otra cosa.
A los técnicos se les da demasiada importancia. En el fútbol los que desnivelan son los jugadores. Dicen que hay que marcar pero eso es una tontera. El técnico tiene que balancear porque no le queda otro remedio. Pone un tipo de marca, otro que pique y uno que la meta, junto a tres que sepan jugar, porque no encuentra once que la rompan. Esa es la verdad y el resto es puro verso. En nuestro medio hay demasiado culto al director técnico y algunos terminan creyéndose importantes.
Yo no admito que me llamen maestro. Los jugadores me llaman César, nada más. Mi tarea es dar un estilo de juego al equipo y nada más. Ningún técnico, por más importante que se crea, puede cometer errores que perjudiquen a 25 tipos. Por eso Huracán es una sociedad en la cual cada uno tiene derecho a opinar y decir sus puntos de vista si se siente perjudicado. Antes de darle una orden a un jugador le pregunto si se siente capacitado para cumplir. Así después jamás podrá decir que le mandé a hacer algo que no sentía. No tolero declaraciones después de los partidos, diciendo que se ganó o perdió por mis instrucciones. Eso de grupo humano no es ningún verso. Creo en ello. No seremos grandes amigos, pero sí compañeros. Yo luché mucho para que creyéramos en lo que hacíamos.
La misma inseguridad que tiene el país la siente el futbolista en carne propia. Todo el mundo pelea su problema económico con uñas y dientes. Como el médico que se recibe y tiene que trabajar por 40 lucas mensuales, el jugador vive pensando en su inseguridad económica. Cuando consigue ahorrar algún dinero piensa: ¿Cómo lo invierto? Por eso va perdiendo personalidad y acepta situaciones que en otras condiciones no aceptaría. El jugador recibe todo ese clima y va perdiendo confianza en sí mismo. La duda lo corroe.
En el final:
Este campeonato me dio una alegría enorme y me dio una gran responsabilidad. La alegría es haber logrado con un grupo de jugadores que se hagan realidad mis convicciones futbolísticas, no en forma impuesta, sino compartidas con todos. La responsabilidad era sentir que la gente de Huracán, tan sufrida y fiel, no podía vivir otra decepción después de 45 años. Algunos hinchas viejos me contaban que en 1928, faltando tres fechas para terminar el torneo, a Huracán le bastaba ganar dos puntos para ser campeón. Perdió los dos primeros partidos y, sufriendo, ganó el tercero y el campeonato. Confieso que eso de haber tenido ahí el título ahí, tan cerca pero sin la certeza de que todo estaba resuelto, ha sido demasiada guerra de nervios para mí, que no estaba para perder kilos precisamente.
Foto: Revista El Gráfico.