Hoy he vuelto a casa, a mis pertenencias, a mis viejas amistades, a mi hogar, a mis recuerdos, a mis vivencias, saltando charcos y veredas rotas, como cuando jugaba a la rayuela. Y así como vivo y amo, así como puse tesón para estudiar y pude ayudar a muchos y la adore día tras día. Y aunque no pude concretar todos mis sueños, sé que lo intenté… y ahora quiero disfrutar de mi existencia.
Aún tengo fe en mí, el año empieza con globos y guirnaldas, rompamos la piñata y que caigan caramelos y bombones, que podamos renacer como el Ave Fénix, que cada momento que se viva sea único, que recordemos la infancia cuando las pequeñas cosas nos daban ilusión y felicidad, que el amor venza al odio, que haya salud para todos, que nos sintamos unidos por el bien común.
Querida amiga, cuando tu cantas, cada fibra de mi ser se estremece a cada compás, a cada nota. Al reír me haces soñar con un mundo mejor, y al tocar el piano pones tu corazón y me transportas con la melodía a los universos de la imaginación, mientras te veo y te sueño bella como las flores y el sol que nos ilumina.
Es grata la vida que se vive plenamente y con perpetua alegría. Como una canción de amor, día a día, nace del corazón y se refleja en las notas de una sinfonía cuando el sonido de los violines y las trompetas dan placer, suavizan las tempestades de la mente y dejan gozar a nuestras almas.
No puedo transmitir mis sentimientos como yo quisiera, pero sí puedo afirmar que ya llegado el año nuevo, deseo el bien para todos y quiero ver las estrellas reluciendo con condimentos de amor. Desearía saber cómo se celebran estos acontecimientos en un mundo que pide que la paz y la unión entre los hombres, venza a la guerra y a los enfrentamientos inútiles.
“Qué será será…” dice la canción que pregunta: ¿qué nos deparará el destino? Yo siento que solo Dios, con su infinita sabiduría, lo puede responder. “Así –dije poco antes del 1º de enero- alzaré mi vista y veré los fuegos artificiales, justo a las doce de la noche, y en ese momento brindaremos chocando las copas, todos hermanados”.
Raquel Selzter