Por las calles

NI EL BARRIO ME DIGAS

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Problemas que padecen los porteños: pasó acá, pero puede pasar en cualquier lado.

Esta esquina de Buenos Aires es un verdadero asco. Si se observa la ochava donde se produce el encuentro entre la vereda y el frente de la vivienda, se podrá notar de inmediato como el espacio ha sido terriblemente dañado por lo que, presumiblemente, sea orín de animales. Cierto es que en el momento de tomar la fotografía, casualmente un gato cruza por allí. Sin embargo, al conocer el movimiento de las mascotas y sus dueños por el ámbito porteño –que muy probablemente también es el que se da más allá de la Avenida General Paz- será sencillo deducir que son los perros los que suelen hacer sus necesidades en estos sectores. Desde luego, no son ellos los responsables sino las personas a cargo, que permiten que esto ocurra.

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A pesar de la penosa situación que les toca soportar a los vecinos de esta casa, no se ven carteles ni leyendas que hagan alusión al tema. Hay otras viviendas, en cambio, donde los moradores sí se han expresado, hartos de que las fachadas o puertas sean utilizadas por los perros como baño. En este caso, debajo de la imagen que encabeza este artículo, podemos apreciar los letreros colocados en otros lugares de la Ciudad.

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Hoy por hoy no existe una legislación que se ocupe de la problemática. En Internet, apenas se han encontrado unas recomendaciones a nivel nacional, vertidas por el Ministerio de Ambiente y Desarrollo Sostenible de la Nación cuando comenzaba la pandemia del Covid-19. Dichas sugerencias referidas al paseo de mascotas de compañía, fueron publicadas por la Universidad de Buenos Aires a través de su página web uba.ar. Señala: “Se debe llevar lavandina para echar sobre la orina, y sobre el lugar en el que se recogieron las heces del animal, por una cuestión de limpieza y desinfección, no porque exista evidencia científica que postule que heces y orina estén involucrados en la transmisión de este virus a las personas”.

En síntesis, depende de la buena voluntad de los dueños de los animalitos, el cumplimiento de las normas de convivencia. Por lo visto, tanto en esta esquina como en tantas partes de la Ciudad, esta predisposición deja mucho que desear.

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