Creo que me propongo una tarea difícil, casi imposible: escribir acerca del deporte. ¿Por qué me hice simpatizante de River? Como se dice popularmente, hincha del club. No lo sé concretamente pero supongo que fue en mi infancia o adolescencia, en la que Iris, hija de la señora que trabajaba en mi casa, me lo sugirió. O quizás yo la imité para distinguirme de mi papá y mi hermano, ambos hinchas de Boca.
Recuerdo las noches en que mi hermana y yo escuchábamos por la radio los partidos relatados por José María Muñoz e imaginábamos a los jugadores. Situación extraña para una nena en aquellos años de la década del 60. Debo decir que también fui simpatizante de Estudiantes de La Plata en 1968, el año en el que salió campeón mundial de clubes.
Otras imágenes de mi infancia que recuerdo borrosamente, son las de un tren eléctrico, un avión hecho con madera balsa y una pelota de trapo, juguetes con los cuales mi hermano Daniel, junto al tío Adolfo, jugaban durante largas horas.
Ya algunos años después, fui a las canchas de Chacarita, River y Excursionistas. Pero no pude disfrutar del juego como me hubiera gustado, ya que debido a mi avanzada miopía, me costaba distinguir lo que sucedía dentro de la cancha. Aparte pude disfrutar, tanto por radio como por televisión, de los partidos de la Selección Argentina. Y participé -caminando por la Avenida Cabildo- de los festejos por la obtención de los campeonatos mundiales de 1978 y 1986. En la actualidad me emociona ver los partidos en los cuales participan Messi y Di María.
No conozco la técnica del fútbol, pero tengo nociones de los fundamentos y puedo darme cuenta de las acciones principales que se desarrollan durante un partido.
Quisiera escribir unas líneas acerca de los países que recorrí, y otros que imagino poder ver alguna vez. En ocasión de mi viaje a Israel, para visitar a mi hermano, pasé por París y pude conocer esta hermosa ciudad, acompañada por las primas de mi madre. Nunca podré olvidar las imágenes del Museo del Louvre y la Torre Eiffel. Ya en la Tierra Prometida, quedé impactada con la visita al Muro de los Lamentos, el lago Tiberiades, el Mar Muerto, el puerto de Haifa, y el contraste entre la moderna Tel Aviv y la antigua Jerusalén, con la Iglesia del Santo Sepulcro y su cúpula dorada, y también visité las ciudades de Belén y Nazaret donde Yeshúa (Jesús) nació y vivió.
Raquel Seltzer