Hoy: Línea 5.
La feria judicial de enero es una invitación a circular por el centro de Buenos Aires más que en ninguna otra época del año. El receso veraniego que se prolongará por el mes entero, hace posible que la candente zona de Tribunales, se asemeja a un barrio sereno y apacible en el primer viernes del año, poco antes de las siete de la tarde. El ómnibus de la Línea 5 va por Talcahuano, rumbo a Corrientes, y luego de superar la célebre Avenida, dejando atrás ese mundillo a menudo copado por jueces o abogados, penetra en otro microclima donde las casas de música desempeñan un rol protagónico.
Desde las ventanillas es factible observar la amplia oferta de instrumentos distribuidos por los negocios, las veredas angostas y la gente que camina como haciendo equilibrio, a fines de no encimarse entre sí ni tener que descender a la calzada para continuar su recorrido. El trayecto del colectivo es ágil: unos cuantos segundos después de cruzar Corrientes, el conductor llega a una Rivadavia que a esta altura, es una arteria como tantas. Pero antes de arribar a este punto del barrio de San Nicolás, debe manejarse con sumo cuidado para sortear dos enormes pozos en el pavimento, que, resguardados por una cubierta precautoria, se encuentran en las intersecciones de Talcahuano con Sarmiento, y Talcahuano con Juan Domingo Perón.
Metros después de Rivadavia, el chofer gira a la derecha, por Avenida de Mayo. En la esquina, desde la vidriera de un restaurante, es promocionada a redondos mil pesos, una parrillada para dos personas, aunque “comen tres”, aclara el anuncio.
La unidad ingresa en la verde zona que conforman la Plaza Lorea, la Plaza Mariano Moreno (allí, Rivadavia absorbe a Avenida de Mayo, adquiriendo toda su anchura) y la Plaza del Congreso. Pronto, sobre la mano izquierda, se logra apreciar el inmenso Congreso de la Nación en su real magnitud, con su cúpula asomando en lo alto. Sin embargo, al frente apenas si se lo distingue, porque oculta detrás de una especie de lona gigante, la fachada del palacio legislativo, ha estado en una etapa de restauración. El retiro de los andamios, sería inminente. Del lado de enfrente, la parte exterior de la histórica confitería El Molino, también está en obras.
Cuando el 5 arriba a la parada de Callao, la tranquilidad del viaje se ve alterada por el ingreso de una infrecuente cantidad de pasajeros. El interior del vehículo, que hasta ese entonces contenía escaso número de usuarios, se llena por completo. Algunos suben por la puerta del medio, desde luego, sin pagar boleto. O sin apoyar la SUBE, por decirlo de un modo más actual. Pero, ¿qué ha sucedido? El coche que iba adelante habría sufrido un desperfecto mecánico, no pudiendo continuar con su trayecto por Rivadavia.
Una vez que ascienden los pasajeros varados, el chofer retoma su recorrido, ahora, por el barrio de Balvanera, comúnmente conocido como Once.