Día de sol, calor das a mi alma, estoy sola pero acompañada de mis recuerdos, me siento viva, con paz interior a pesar del encono, pues florezco a la mañana y me deshojo a la noche.
Solo conozco tu interior y tu exterior. Y tu corazón grabado en mi alma, a fuego, como las alas de los gorriones. Tu voluntad férrea, tu inmaculada belleza, es como parecida a Dios. Qué rara sensación me invade hoy, que sentí estremecerse todo mi ser, que supuse que había nacido de nuevo. No me siento completamente satisfecha; es decir, bien, pero mi fe mueve montañas. Hay que tener paciencia, ya que usamos una frase que expresa una de cal y otra de arena, aun cuando es preferible que todas sean buenas.
Es grata la vida que se vive plenamente y con perpetua alegría, como una canción de amor que nace del corazón, día a día, como una sinfonía pastoral o una sonata traviesa. El amor redime las almas, suaviza las tempestades de la mente y da placer al ser amado.
Me estremecí de gozo cuando vi tus cuadros, los colores brillantes de dibujos maravillosos, que representan imágenes de la vida cotidiana, como las naturalezas muertas o la reproducción de una maternidad, mostrando el torso de una bella mujer y hasta oleos retratando casitas en la pintura naif o simplemente flores.
Quisiera ver caer la nieve sobre las copas de los árboles, recordando el nacimiento del Niño Dios. También recuerdo, allá en mi lejana infancia, la llegada de Januca, las velas del candelabro sagrado y las luces del Templo en memoria del milagro de las luchas macabeas que liberaron la tierra de Israel
Y así fue que hoy me sucedió algo milagroso, al menos yo lo supongo. Inútil mencionarlo, eso sí, yo tuve confianza en mí misma y fe en Dios, pues me siento tocada por una vara mágica. Salí ilesa de un percance y espero tener por siempre mi fe viva. Sé que ella siempre va a ayudarme.
Soy otra hoy, nos reunimos todos los familiares, recordando a los ausentes, los que siempre nos guían a través de la evocación, los que nos sonríen desde las fotos del pasado, los que nunca olvidaremos, los que llevaremos para siempre, acompañándonos en el camino de la vida.
Raquel Seltzer