Yo Digo

BAIRES EN PRIMERA PERSONA

Written by Baires Querido

Luego de algunos días con termómetros marcando alrededor de 20 grados, llovió y bajó abruptamente la temperatura en Buenos Aires. Los vecinos -me incluyo- transitan territorio porteño muy abrigados, frente a la inminencia del invierno. Sin embargo, todavía se observan personas que, por su vestimenta, da la impresión de que no sintieron el brusco cambio térmico. Es el caso de una chica que cruza una avenida, vistiendo una pollera corta y ojotas estilo hawaianas. O el hombre que, parado en una esquina cuando ya ha anochecido, lleva puesta una remera. Entretanto, es mucha la gente que pasa por al lado con campera, pantalón largo, capucha, etc. Contrastes urbanos, en su más pura expresión.

Atardecer en una casa de comidas rápidas de CABA. Me siento a tomar una lágrima. Todo transcurre de manera rutinaria. De pronto ingresa un muchacho desde la calle. Circula por entre las mesas, pidiendo una ayuda económica a la clientela. Hay un uniformado, de edad similar (unos 20 años) que tiene por misión velar por la seguridad del local. Enseguida se acerca y en voz baja, le dice algo que, probablemente, sea una invitación a retirarse. Pero su interlocutor se queda quieto en el lugar. Hablan cara a cara, separados por milímetros. Según se intuye a la distancia (al menos es lo que yo interpreto), hay tensión entre ambos. Por algunos segundos, sin que se oigan gritos ni se observen movimientos bruscos, el desenlace será incierto. Un cliente próximo a la aparente discusión, ha colocado debajo de la mesa el bolso que tenía sobre una silla. Menos de un minuto más tarde, la incertidumbre se disipa. El encargado de la seguridad y el otro hombre van hacia una puerta lateral. Este último sale a la calle. Y todo vuelve a su ritmo habitual.

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