Llegaste, otoño. Con tu viento fresco, tus días de tibio sol y tus noches que ya piden un suave abrigo. Para mí, la más bella estación del año, así como también recuerdo los picnics de la primavera, con los arboles otra vez en flor.
Desde aquí te recuerdo, Cacho Castaña, ¿Por qué te fuiste? Todos te escuchamos con fervor, habías puesto comienzo a otra dimensión, la del mas allá en lo artístico. ¿Qué más puedo comentar sobre vos? Es que desconozco casi todo, sé que eras un gran artista, como Sandro, que le cantaste a mi ciudad, Buenos Aires, y al gran Roberto Goyeneche en la inolvidable “Garganta con Arena”. Así como quisiste a las mujeres, de forma natural. Yo, que soy mayor ahora, creo que en cierto modo eras lo más parecido a un ángel y que interpretaste el tango como ninguno. Y ello es casi como actuar, así es como tenés un lugar entre los mejores de la historia.
Hoy me angustió la noticia de tu muerte, Enrique Pinti. La tuya en especial, porque eras un intelectual que se reía de sí mismo, y aunque empleabas términos “non sanctos” en tu lenguaje, eso te hacia aún más querible. Me pregunto: ¿Quién contuvo tus miedos? Quizás el amor del público. Te recordaremos todos los años, tanto al amanecer como al anochecer, con tu inolvidable talento, pleno de gracia y picardía.
Camerata Bariloche, pequeño conjunto orquestal… Disfruté de su música en el Auditorium de Mar del Plata. De las piezas musicales que interpretaron, la que más gocé fue la de las 4 Estaciones de Vivaldi. Destaco a su fundador, Alberto Lysy, discípulo del gran Yehudi Menuhin. Ahora escucho poca música clásica, ya no tengo la paciencia de antes, pero sí, en cada ocasión que vuelvo a hacerlo, la disfruto como siempre.
Hay partido de fútbol. No soy muy versada en esas lides, en realidad no acepto mi total ignorancia sobre ello, solo sé que un gran maestro griego, Sócrates, dijo: “Sólo sé que no sé nada”. Por supuesto, salvando las distancias.
Oh Principito, yo te imagino pequeño, hermoso, rubio y encantador… Querías encontrar una flor para cuidar. A ti se refirió Antoine de Saint Exupery, el escritor, el innovador y piloto de avión. Quiero soñar con alguien que me contenga como tú.
Herida en lo más profundo, así me siento hoy, despechada como un pájaro cautivo, como una golondrina muerta, como Edipo ciego, como un “Hércules” caído. Pero aún sigue latiendo raudamente mi corazón.
Raquel Seltzer