Hoy, día gris, el silencio trae paz y viene a mi mente lo orgullosa que estoy de mi Patria, que el pueblo haga honor a esta hermosa ciudad. Poco a poco me voy sintiendo mejor. He visto el Sol desde temprano, su luz se refleja en toda mi habitación y percibo una sensación de paz, de salud. Los pensamientos son racionales; los sentimientos, emocionales. Dame tu mano y comencemos a caminar por la senda de la vida.
¿Quién ganará esta horrible guerra? ¿Será una victoria a lo Pirro? ¿O será como todo conflicto con dos partes opuestas? Sólo que ahora es total y con armas muy sofisticadas: químicas, biológicas, nucleares. Duele la destrucción, profundamente, muy hondo dentro del cuerpo y el alma. Ruego a Dios que este flagelo termine de una manera racional y que nunca más se desate una locura similar.
Como homenaje a un ser ejemplar, pensé en Dina Rot: su voz suave, sus canciones de Latinoamérica, las de César Vallejo y tantas otras. Recuerdo que tu guitarrista le enseñó algunos acordes a mi hermana. Gracias Dina, seré tu admiradora, para siempre.
Quisiera poder hacer un comentario acerca de una parte de la música clásica… Pienso en algunos autores de los románticos, tales como Chopin, Rachmaninov y Bizet. Así es como imagino los valses y las polonesas con sus manos flotando en el aire como palomas y deslizándose sobre el teclado, como acariciándolo. Disfruto especialmente del concierto para piano y orquesta de Rachmaninov, y tampoco puedo dejar de nombrar a Schumann y sus deliciosas melodías, todas ellas, hermosas maneras de llegar al alma y al corazón.
Carta al más amado: eres como un vino dulce para mí, que se paladea despacito, como si lo hubieras tratado con calor y amor, satisfecha del logro y contenta como una novia o una madre que mira a su bebé, ese pequeño ser que es su vida. Agradezco tu paciencia para darme tranquilidad y tu tesón, aun cuando reñimos, porque aunque a veces no esto resulta difícil de creer, los opuestos se unen.
A Dios pido salud y amistad duradera, que mis conocidos no me olviden, que exista paz en mi corazón, que nadie me castigue, que todo sea como antes, que pueda volar con mi imaginación, que alguien rece una plegaria por mí, que mi simiente me quiera para siempre.
Raquel Seltzer