Problemas que padecen los porteños: pasó acá, pero puede pasar en cualquier lado.
Raúl -en el comienzo de esta nota se aclara que este no es su nombre verdadero, ya que “Raúl” no quiso revelar su identidad- se levantó un domingo por la mañana. Pronto, empezaron a llegar mensajes en e grupo de whatsapp del edificio. Se hablaba de un acto delictivo cometido contra un auto estacionado a metros de la puerta de entrada. Raúl vive en un primer piso a la calle. Instantáneamente, se asomó a la venta y, en efecto, allí estaba el automóvil de color blanco. Le habían robado una rueda trasera –la que daba a la calzada- y, no conformes con eso, probablemente con el propósito de seguir sustrayendo elementos del interior del vehículo, los maleantes rompieron la luneta, la cual quedó tirada en el piso, uno metros más adelante, junto a un árbol.
El barrio en el cual vive es mayoritariamente de clase media y la calle donde se encuentra su domicilio, bastante tranquila. En comparación con lo que se sufre en otros sectores de la Ciudad de Buenos Aires, la zona que él habita tiene quizás menor agitación en cuanto a hechos de inseguridad. Sin embargo, tampoco está libre de ladrones. El hecho comentado líneas arriba es una muestra pero ni por aproximación, es la primera vez que ocurre un evento vinculado al accionar de delincuentes que, también por estos lados, suelen operar con frecuencia.
Mediante los mensajes del grupo de whatsapp, se llegó a la conclusión de que el auto no era de ningún vecino del edificio. Además, nadie dijo haber visto algún movimiento sospechoso. El robo, debió haber sido en horas de la madrugada. Raúl enfocó su cámara y tomó la fotografía que ilustra esta nota.
Uno o dos días después, otra vez desde su ventana, observó que un hombre de unos 60 años, merodeaba cerca del auto. No le quedaron dudas de que era su propietario. Lo que ignoraba, era si se estaba enterando en ese momento de lo sucedido o si ya había vuelto antes a buscar su vehículo y lo encontró en ese estado. Pronto, el hombre se marchó. Pero regresó trayendo plástico y cinta para cerrar de modo provisorio el agujero provocado por el vidrio violentado. Volvió a irse. Pocas horas más tarde, el vehículo ya no estaba. Según Raúl escuchó, el dueño llegó junto con un remolque y se lo llevaron.