Hoy, al caminar por la Reina del Plata, vi pasar por la calle a vendedores ambulantes ofreciendo mercancías tales como café, pastelitos y empanadas. Tuve el deseo de adquirir algunas de ellas, y en ese momento también recordé épocas en las cuales solía merendar en confiterías de mi barrio, Belgrano: La Recova, Nicanor, Modern Saloon o Salamanca.
También recuerdo haber disfrutado paseos, como cuando concurrí al Hipódromo o a una cancha de rugby, donde a pesar de mi poca agudeza visual (que no me permitía ver todos los detalles del espectáculo) pasé tardes encantadoras junto a mi familia.
Ahora aparecen en mi mente paisajes del Gran Buenos Aires, como aquellas hermosas calles del tranquilo barrio de La Lucila, en el cual vivían mis queridos tos Isaac y Esther. Su bonito chalet era como mi segundo hogar y allí disfrutaba escuchando su colección de discos de música clásica y leyendo libros de su magnífica biblioteca.
Pienso en ti Liza Minelli, en tus películas: Los Años Verdes, Cabaret o New York New York. En tu maravillosa voz, con un timbre especial, y en tu magnifico cuerpo. Llevas en tu alma el arte de tu inolvidable madre, Judy Garland, que me deslumbró en El Mago de Oz.
Hace pocos días fue mi cumpleaños. Una hoja más del almanaque se dio vuelta, con sueños que se cumplieron o no, vivencias y retazos de mi vida que recordaré para siempre. Y al mismo tiempo surgen los deseos para el futuro y la esperanza de cumplir muchos años con salud y felicidad.
Me llamaste, querido Daniel, adorado hermano, Yo esperaba ansiosamente escuchar tu voz, y hablamos de corazón a corazón, como cuando éramos aquellos jóvenes adolescentes llenos de ideales.
Querida mamá, vi nuevamente antiguas fotos tuyas. Parecías una artista, y con tu belleza deslumbraste a papá, al que con amor acompañaste cuando ejerció como médico en el lejano norte de nuestro país. Tus documentos, que encontré ordenando cajones en mi departamento, para mí son reliquias que voy a atesorar para siempre.
Raquel Seltzer