Por Raquel Seltzer.
Despacito transcurre la vida, como la arena que se alcanza y se suelta en el mar, y así, graciosamente, pido vivir muchos días más, que la vida sea dulce como los higos maduros. Sueño con ver la luna y la tierra también guiarme por las estrellas hacia el confín.
Gira carrusel, das vueltas y vueltas. ¿Quién sacará la sortija? Súbete a los autos, niño, escucha la música, el parque de diversiones está abierto y te regalaran un juguete si aciertas con el arco y la flecha… Y también globos de muchos colores, comamos manzana y pochoclo mientras trepamos a la rueda gigante que gira sin cesar. Disfrutemos de la alegría mientras soñamos con un mundo mejor.
Éramos tan jóvenes entonces, inocentes del peligro… Aunque ya no estás quisiera verte una vez más y recordar los momentos felices que pasamos juntos. Fuiste testigo de mi casamiento y si bien la vida nos llevó por caminos diferentes, nunca olvidaré tu sonrisa y tus consejos que me ayudaron a sobreponerme a las dificultades. Por eso en tu homenaje te digo: gracias y hasta siempre Marcos.
Hay una canción que dice: “…tarde que me invita a conversar con los recuerdos…”. A pesar de que desconozco al autor de estas estrofas, cuando empieza a sonar la música me transporto a su mundo interior, que habla de su soledad, de su amor y de su encierro, lo que a todos nos puede ocurrir, estar sola y acompañada al mismo tiempo.
Mamá, al igual que yo era amante de las plantas y flores. Recuerdo que ella decía que había que hablarles. Cierto día salimos a caminar y quedo embelesada por un tesoro. ¿Qué era? Tan solo una planta con flores rosadas de la cual tomó un gajo qué cuidó con amor y dedicación, rememorando el hermoso jardín que había tenido en su casa.
Recuerdo que generalmente hablo de la luna. Hay una canción que invoca a Dios, como “luna lunera cascabelera”. Le ruega que le diga a su amada cuánto la quiere. ¿Se cumplirá su deseo? Tanto ella, el destino, como él, lo dirán. ¿Será la fortuna, la fatalidad, o por lo contrario, la vida me lo dirá? Deshojaré una margarita blanca y amarilla, o bordaré una bandera con la flor de ceibo. Tu vida es lo primero, rogaré para que todos tengamos paz.