Por Raquel Seltzer.
Día de primavera, fresco pero luminoso. Soy feliz, porque se anticipa el verano y recorro tus calles, Buenos Aires. Trepémonos a un colectivo de la Línea 60 y vayamos a la Fiesta de la Flor, en Escobar. Las más lindas rosas y lirios. La perla negra son la orquídea y el tulipán, pero el rococó es la más pequeña y los cactus son dulces como la miel. Calor agobiante. Es verano. Tiempo de playa. Estamos cerca del Río en El Ancla, de Vicente López. Tiempo de pileta, de sol que broncea la piel como en Palermo y los botes o El Rosedal. En Mar del Plata, en Los Troncos o el Tigre en los recreos. La lluvia es agua bendita que se desea que brote del cielo como el maná o un oasis en el desierto.
Buenos Aires… tienes charme, tus calles cantadas por Eladia Blázquez: Corrientes, Libertador, Juramento, Diagonal. Tus acuarios, tus cuadros, tus vehículos. Faltan los mateos, el Jardín Zoológico y el Botánico; Recoleta y Paseo Colón. Tus monumentos señoriales, esos que por ejemplo, recuerdan a un San Martín. El mundo submarino de color azul. Los cines de Lavalle y los teatros de Corrientes. Tus programas de radio y TV. Eres sublime.
A Dios le pido templanza, que se cumplan mis sueños, quiero acurrucarme entre las sabanas, quiero que mi vida sea larga y buena, quiero beber el agua de los arroyos, quiero cantar canciones de cuna, quiero quererme y cuidarme, a pesar de que también se sufren duelos. Quiero que nadie me dañe y yo no me arrepiento de mis acciones porque puedo equivocarme.
Llegaste… Otoño más riguroso que otros años, pero muy bello, igual con tus días claros algunos, nublados otros, pero con un 25 de mayo brillante, donde había espíritu patriótico y flameaban banderas por doquier. Las escarapelas adornaban el pecho de los niños.
Ilusión, inocencia quizás, de percibir con el alma que estás presente, ilusión de que nos vamos a reunir, que existe motivo para vivir, sonreír, y por qué no, gritar. Sensación placentera que recorre mi cuerpo e invade mi corazón al escucharte. Admiración, amor y sentimientos. Matices en el diálogo que nutren mi pensamiento, atento al relato, al discurso claro, al verbo hecho poema, al libro abierto en flor, al conocimiento y sus enseñanzas.