Hoy recorrí tus calles nuevamente y volví a tener fe, ya que Dios me acompañó, y aunque en mi vida quedan muchas páginas por llenar, quisiera cantarles a los ángeles del cielo. Y así es como me emociono porque pronto vendrá Pésaj y el recuerdo del pueblo elegido para volver a la tierra de Israel, saliendo de la esclavitud y después de peregrinar por el desierto.
Comenzó el otoño, la estación más bella del año, con sus días claros, su tibio sol que acobija la despedida de un verano que se aleja y el lento acercarse del suave invierno porteño, invitándome a caminar por las plazas y parques, contemplando las hojas amarillas que van cayendo poco a poco alfombrando el césped hasta que el viento se las lleva.
En los días soleados el calor llega a mi alma, y aunque a veces me siento sola, siempre estoy acompañada por mis recuerdos, por la nostalgia de mis amigos de toda la vida y es así como me siento viva, con paz interior, mientras que florezco a la mañana y me deshojo por la noche.
A medida que pasa el tiempo -el tiempo de despedirnos-, más nerviosa me pongo, ya que de sólo un don guardo recuerdos personales: el de mi memoria, la cual cambia, y es así como a veces me siento optimista, pero otras no tanto y pido que hagamos proyectos para nuestra vida y que prioricemos la vida y la salud.
Recuerdo mis días junto al mar, a veces azul y tranquilo, y otras tantas, gris y embravecido. Tus blancas playas y tu inmensidad infinita hacia el horizonte donde te juntas con el cielo. Cómo me gustaría volver a contemplarlo, sentada en la escollera, sobre las rocas de mi Mar del Plata querida.
Quiero vivir cada instante como si fuera el único, el primero de mi vida, aún en aquellos que no sean perfectos ya que así es el devenir de los días, con una de cal y otra de arena, por eso cuando te sientas solo, cree en ti, olvida lo malo y recuerda que Yeshúa (Jesús) le dijo a Lázaro, “levántate y anda”.
No soy todopoderosa, pero tengo fe en Dios, que me dio la vida, y mientras tanto transcurren mis días, amando a mis seres queridos a pesar de algunas situaciones que duelen como un puñal que se clava en el corazón, pero que terminan siendo dulces como la miel.
Raquel Seltzer