Luego de mucho debate y organización, los distintos colegios, niveles y grados de la Ciudad de Buenos Aires, volvieron a compartir el espacio en los establecimientos educativos. Todo se implementó mediante protocolos, autorizaciones, declaraciones juradas, organización de “burbujas” definitivas en distintos horarios y espacios en los patios de los establecimientos, la habilitación necesaria para docentes y alumnos del uso del transporte público y demás.
La interacción entre el grupo escolar, en general, fue muy distinta a la que se dejó en marzo. Pero es lo que se puede ofrecer ante la situación actual. El regreso, en primer lugar, fue para los últimos años de primaria y secundaria; luego, de los primeros grados, y finalmente, sala de 5 y los grados intermedios. Todos y cada uno, intercalando la virtualidad con la presencialidad. Y con un objetivo en común: la revinculación entre alumnos y docentes, priorizando esta premisa por sobre la continuidad del dictado de nuevos contenidos curriculares. Asimismo, estos encuentros favorecen el esclarecimiento de dudas y el apoyo escolar.
Algunas familias optaron por no enviar a sus hijos, ya que la medida careció de carácter obligatorio. ¿Los motivos? Variados, como ser el riesgo de contagio del virus; familias con personas adultas o con enfermedades preexistentes que empeorarían el estado de salud, dificultades horarias frente a lo que implica el traslado de los niños por tan sólo una hora-hora y media que asisten al colegio, preferencias de otros espacios para propiciar los encuentros sociales como ser plazas y parques, etc.
Por parte de los alumnos más grandes también hubo distintas posturas. Estaban aquellos a los que les daba lo mismo asistir o no a la escuela, acostumbrados, quizás, a la comodidad del hogar y al manejo de sus horarios. Otros sí querían volver al modo presencial, después de tantos meses de aislamiento. Y otros tantos, conformaban un grupo al que hubo que darle un “empujoncito”, dado que los encuentros sociales no eran algo que les generara demasiado entusiasmo.
En el caso de los estudiantes más chicos, en donde cobran más importancia los recreos y el compartir momentos con los amigos, hubo una respuesta positiva e inmediata, aunque más no fuera por ir un día a la semana al colegio, y ver a su seño en persona y no a través del Zoom u otros sistemas tecnológicos. Y así, provistos de todo lo necesario para el cuidado, tanto docentes como alumnos y papás, nos acercamos al final del ciclo escolar 2020.
El ciclo 2021 propone un comienzo anticipado, y de acuerdo a las propuestas de cada colegio, que convocaría a los alumnos para un período de apoyo escolar o a todo el alumnado para comenzar el dictado de las clases, que seguramente se iniciarán de manera semipresencial, y teniendo en cuenta la situación sanitaria del momento.
Destaco la importancia social que tienen para nuestros hijos y alumnos estos encuentros, con la posibilidad de relacionarse nuevamente con docentes y compañeros, luego de tan extendida etapa de aislamiento preventivo.
Romina Linares