Yo Digo

UNA FOTO QUE ESTÁ SOBRE MI MODULAR

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El otro día vi una foto que está sobre mi modular. Están mi suegra Ruth, su consuegra Gertrud y mi mamá Gaby con mi hermana Elisabet. Recuerdo que el retrato fue realizado en ocasión de festejarse tus 80 años, querida Ruth. Es tan hermoso recordarlas a todas… Aún hoy me despierta una sonrisa la imagen de la ansiedad de mi hermana, que con un apetito voraz tomó rápidamente algunos sándwiches, causando la risa de todas las que estábamos allí reunidas.

Ahora paso a describir, sencillamente, algunas imágenes que aparecen en mi memoria, acerca de tiempos idos de mi adolescencia, que son parte de mi historia personal. Era la época en la cual nos pintábamos, por lo menos yo, con el rimmel de mamá. Usábamos su lápiz labial, sus zapatos de taco alto, sus vestidos y sus sombreros, mientras soñábamos con llegar a ser al fin, mujeres hechas y derechas como ella.

Acabo de despertarme y salí a la calle, me invade una sensación de paz, como si naciera nuevamente. Débil como un bebé y fuerte como un roble. Ya soy mayor e imagino ser como el acero, que se dobla pero que no se rompe. Y pienso en ti, mamá, cuando iba a tu casa a tomar el elixir de tu amor inconmensurable e infinito.

En otra ocasión, sucedió que mi tío Isaac León trajo de regalo una mantilla y unas telas de un viaje que realizó a París, a la casa de una prima. Con ellas mi abuela Sara confeccionó una pollera celeste y una blusa blanca para nosotras, sus nietas, con sus delicadas manos de oro.

Tampoco dejo de mirar la foto de mi papá. Recuerdo cuando le tomó examen a mi prima Fanny y comprobó cuánto saber había en esa hermosa mujer. Y nos decía, siempre alentándonos: “No tengas miedo a fallar”. Otras escenas de aquella época que vuelven a mi mente, son de cuando él jugaba al ajedrez, al dominó y a las cartas con nosotras. Pasábamos tardes inolvidables, disfrutando de todo su amor; tenía sus virtudes y defectos, como cualquier persona, y adoraba a la gente pueblerina de aquel Munro entrañable. Estoy segura de que tu alma y la mía se unirán como dos hemisferios en un globo terráqueo.

Raquel Seltzer

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